SAN CRISTÓBAL. Las historias del violador de Barsequillo se narran en las calles de esta barriada de Haina como cuentos de terror. Todos apuntan a un hombre que, en horas de la madrugada, irrumpe en las casas de las víctimas, en su mayoría mujeres solteras, las golpea, les roba, y las viola. “A una mujer por allí la violaron, y le robaron”, señala un residente.
Otro menciona a una vecina que también fue abusada sexualmente y golpeada. A la fecha, hay ocho víctimas con edades entre los 18 y 54 años, que presentaron denuncia formal ante la Policía y la Fiscalía de San Cristóbal.
La situación tiene a las mujeres del sector aterradas, y ha obligado a los hombres a realizar vigilias durante las noches para evitar que caigan más víctimas. Un señor, al que le violaron una sobrina y a la esposa de un hijastro, cuenta que el abusador, además de agredirlas físicamente les vociferó malas palabras. “A mi sobrina le dijo que fue donde ella, porque era muy comparona, y cuando se iba le voceó perra desde afuera. Fue entonces cuando ella lo miró por una rejilla de la casa”, narra el señor. En los dos casos de sus familiares, el agresor intentó regresar, pocos días después, a las casas de las víctimas, pero la presencia de los familiares evitó que penetrara.
Las acusaciones recaen sobre el joven Alexander Laque de la Rosa (Gipi), de 25 años, a quien el juez de Atención Permanente de San Cristóbal, José Pérez Medina, le impuso ayer un año de prisión preventiva a cumplir en la cárcel de Najayo, como medida de coerción. El hombre fue señalado por las víctimas, cuyos testimonios quedaron documentados en el expediente que presentó la Unidad de Violencia Sexual de la Fiscalía de San Cristóbal ante el juez.
La primera en denunciarlo fue una joven de 18 años a la que, a eso de las 4:30 de la madrugada de un día de octubre, le rompieron la madera de la casa para penetrar hasta su habitación. El agresor le tapó el rostro, le colocó un cuchillo al cuello, abusó de ella, y luego se fue del lugar, sustrayéndole un celular, unos tennis y una mochila. Otra de las víctimas fue atacada en noviembre pasado, cerca de las 5:00 p.m. cuando estaba en un cementerio limpiando la tumba de su madre. Dos personas a bordo de una yipeta gris la encañonaron con un arma de fuego, la violaron y le llevaron su celular.
Otro día, también en noviembre, a las 4:00 de la madrugada, penetraron a la casa de otra mujer de 38 años, encañonaron a su hijo menor de edad, y a ella la violaron sexualmente.
El 25 de noviembre, justo el día dedicado internacionalmente a la no violencia contra la mujer, el violador de Barsequillo penetró a eso de las 3:00 de la madrugada en la casa de otra de las víctimas, una mujer de 54 años. Además del ultraje, le llevó un plasma, un mini componente y joyas.
Los demás casos fueron similares, conforme a las declaraciones dadas a la Policía. A la última de todas, y que fue la primera en identificar al supuesto abusador, además de la agresión física le llevaron RD$1,000. El expediente indica que, al salir de la escena, el abusador fue perseguido por un vecino que logró herirlo con un arma blanca. Días después fue detenido en el hospital Juan Pablo Pina, de San Cristóbal, en donde coincidió con la víctima que lo identificó. El hecho ocurrió la semana pasada.
“Nosotros ya teníamos un retrato hablado del agresor, y cuando detienen esa persona, coincidió totalmente”, afirma Rosa Lidia del Pozo, fiscal coordinadora de la Unidad de Violencia Intrafamiliar, Abuso Sexual y Género, de San Cristóbal.
El retrato, los testimonios, los certificados médicos de las víctimas, y la identificación que hicieron durante la rueda de detenidos, constituyen sus elementos de prueba para justificar su pedido de prisión. Y adelanta que en ese tiempo preparará un expediente que permita a un juez dictarle 30 años de prisión al acusado.
Sin embargo, la abogada de oficio que asistió a Laquer de la Rosa en la audiencia, Shenia Rosado, entiende que la medida fue excesiva, y cuestiona la identificación que hacen las mujeres, dado que muchas coinciden en que les taparon el rostro.
Susto e indignación
La noticia de que el supuesto violador de Barsequillo está detenido no calma a las mujeres del sector, que todavía mantienen cerradas sus puertas con candado todo el día, nerviosas y con temor a un ataque, según dicen. Muchas dudan que una sola persona sea el agresor de tantas mujeres. Entre los hombres, la indignación se manifiesta en palabras como las de Carlos Mojica. “Que le dé gracias que lo apresaron, porque nosotros estábamos esperándolo para quemarlo vivo”, Otros cuentan que no dormían, escondidos en las azoteas y en las esquinas esperándolo, con no buenos fines.
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