miércoles, 30 de julio de 2014

Los efectos secundario del odio



Por Rafael T.Perez



Si queremos gozar la paz, debemos velar bien las armas;
si deponemos las armas no tendremos jamás paz.
                                                                    Cicerón
 

Existen personas muy inteligentes que no pueden evitar odiar a otras por cualquiera que sea la causa, y existen personas extremadamente idiotas que, igualmente, odian a otras con la misma motivación, por cualquiera que sea la causa. De esta manera el odio no es un concepto, o un estado de la psique humana que pueda ser adscrito exclusivamente a uno u a otro carácter, a una mente brillante como a un retrasado mental, es decir, no necesariamente el perfil del que odia, por cualquiera que sea la causa, tiene que ser perentoriamente un sujeto anormal, entiéndase por idiota. Lo demuestra quizá el hecho de que grandes cerebros han sido también grandes individuos que se han dejado arrastrar por el odio, en otras palabras, si grande ha sido el cerebro, grande también ha sido el odio que gobernaba ese cerebro, hablamos de inteligencia.
Pero también en aquellos individuos de escasa luz intelectual y, sobre todo, de un nulo reconocimiento moral su odio ha sido, y es, inconcebiblemente grande, cuanto más idiota es la persona más odia, esto también es un hecho, lo que no significa ni ha de interpretarse como que cualquier cretino integral tiende al odio como hábito natural. Lo que nos lleva a la reflexión siguiente, que el odio no depende de la inteligencia sino de la estupidez de la persona, en todo caso, la inteligencia en un individuo que odia es totalmente accesoria, puede poseer una gran inteligencia y a la vez ser un auténtico imbécil, sin embargo en el tipo idiota, aquel que carece de toda formación moral y medianamente intelectiva, su estupidez está en la misma proporción a su odio, podríamos afirmar que una se nutre de la otra engordándose mutuamente.
           
En cualquier caso el inteligente tiene la capacidad de cambiar su odio cuando analiza consecuentemente y alcanza una mayor compresión del objeto odiado, pero sobre todo de la causa interior propia que ha consentido que ese odio anidara en su psique, le basta preguntarse por qué, para qué, cuál es la causa, qué sentido tiene, qué obtengo con ello (odiando). El idiota, no obstante, permanecerá fiel a su estupidez y no alterará su odio ni aunque su propia estulticia rendida y humillada llame a la puerta de su casa.

De alguna manera es lo que indicó Salomón en el libro de los Proverbios, corrige al sabio y te estará agradecido. Corrige al necio y te odiará mientras viva. Odio y estupidez son producto de un cerebro insano.
Y esto es así de forma irrefutable por cuanto que los odios, como los temores y las fobias y toda perturbación del pensamiento y de la conducta, son invariablemente el resultado de una mente irracional.

Podríamos debatir si la estupidez humana es un efecto secundario del odio o si este resulta de aquella, sea como fuere queda claro que quien odia, por cualquiera que sea la causa, se ha dejado arrastrar, como sugiere la archirepetida expresión de una de las sagas cinematográficas de mayor reconocimiento internacional, al lado oscuro, en este caso no de la "fuerza" sino de la estulticia absoluta.

Casos de imbéciles integrales, famosos profesionales del odio los hay como para agotar los tinteros de medio mundo, y si a estos le añadimos al resto de los cientos de menguados desconocidos, aprendices de ese mismo odio pero compañeros inseparables de la misma estupidez, los habría para dejar vacíos los tinteros del otro medio.
De manera irónica bien lo refleja la siguiente expresión atribuida a Lenin y del cual parafraseando un refrán popular sobre la evidente temporalidad del mal se manifiesta que No hay Marx que cien años dure.
Y es que mientras los cementerios de la historia están llenos de insignes y no tan insignes individuos que odiaron al pueblo judío, este sigue gozando de una salud que para sí muchas naciones quisieran.

Últimamente Ahmadinejad es el personaje que más claramente expone a la evidencia que estupidez y odio son el predecible resultado de una mente trastornada, en este caso por una visión extemporánea de la religión, de la suya por supuesto, aquí comete hoy el islam el mismo error que cometió el cristianismo a lo largo de sus dos mil años de abundantes, documentados y turbulentos odios personales basados en una visión extemporánea de la religión, la suya, evidentemente. Culpar al pueblo judío de todos los males del mundo, y hasta culparlo cuando estos no existen, dado que, sin duda, cuando no ocurre nada malo es porque los judíos están conspirando en la sombra para crear algunos nuevos, males se entiende.

 Benedicto XVI hizo en Turquía unas manifestaciones que reflejan el verdadero significado de cuanto estamos hablando, que la iglesia hoy haya reconocido sus tropiezos la ha humanizado, luego hemos de entender que hubo un tiempo en el que la iglesia no encontraba o no había encontrado su lugar en la humanidad, ahora Benedicto XVI le ha dicho al islam (para quienes piensan que el Papa de Roma claudicó en Turquía) le ha dicho al islam que el pueblo judío tiene derecho a vivir en la tierra de Israel, por cuanto que le asiste el derecho histórico, tanto más que el religioso... dicho esto para aquellos que nadan en las aguas del agnosticismo militante. Pero no se conformó con ofrecer este reconocimiento a la supervivencia del Estado de Israel en la tierra histórica de Israel sino que añadió mirando a la cara al islam, que este demostrará su humanidad cuando reconozca que ese derecho que asiste al pueblo judío es un derecho histórico tanto más que religioso...idem para quienes prefieren los hechos antes que las entelequias.

La triste realidad es que el islam no quiere ni pretende humanizarse, no al menos mientras las cúpulas del poder terrenal, de ese cielo en la tierra estén en manos de individuos que odian, por cualquiera que sea la causa, en este caso a Israel, al pueblo judío, y al occidente, ambos defensores de valores tales como la libertad, la igualdad, el derecho, la ley, la tolerancia, el respeto y la confraternidad entre los pueblos sean las que sean sus razas y credos, valores que el islam detesta por ser contrarios a sus principios teológicos fundamentales, libertad vete al infierno, podíamos leer en una pancarta que un joven musulman portaba en una manifestación de iguales en Londres.

Nadie en Roma, ni en Atenas ni en Moscú, ni en Westminster o en la cuna de Lutero ha llamado ni llama diariamente a la guerra santa contra "el infiel" musulman, pero son extenuadamente obvios y escandalosamente evidentes los múltiples llamados a esa guerra santa contra "el infiel" cristiano y judío que proclaman un día sí y otro también desde los países afectos y desde toda mezquita sembrada en occidente y que si no es reconocido a tiempo el verdadero mal que está trastornando al planeta, amenazan con sembrar de lugares de captación para el odio aun mayores y más suntuosos. Para los despistados conscientes y empecinados en imputar al pueblo judío de estar en posesión de todas las riquezas de la tierra, los petrodólares con los que se financian estos antros donde se inculca el odio hacia occidente no son capital "judío", especialmente.
Cuando no es lo que está ocurriendo lenta pero parece que inexorablemente en la escuela española.

Ahmadinejad por ser presidente de un país al borde de la ruina, si persiste en su locura de destruir a Israel y con él al pueblo judío, este Ahmadinejad al que sus jóvenes universitarios recientemente le espetaron en una manifestación que dejara de hablar del holocausto y hablara más de trabajo y libertad, el mismo Ahmadinejad a quien sus gobernados envían continuos sms aludiendo a su escasa higiene personal e invitándole a que se lave más a menudo, si bien dudo que su cuerpo huela peor que su alma.
Ese por ser demasiado conocido, y Halima Chehaima por ser prácticamente una desconocida, y sin embargo a ambos les une un interés común, su odio hacia el pueblo judío y su afán por ver destruido a Israel, además de una estupidez supina.
Esta señorita es el resultado del cruce entre un marroquí y una ciudadana belga, bella exteriormente pero terriblemente monstruosa en su interior quedó finalista en el concurso para Miss Bélgica que se ha celebrado en este mes de Diciembre del presente pero agonizante 2006. Diario EL MUNDO martes 26 Diciembre 2006, página 48 (contraportada)

Marxista leninista militante, también pretende hacer política para transformar su odio personal hacia el pueblo judío en algo más que palabras. Claro que su nivel intelectual queda totalmente al descubierto tanto como las amistades íntimas que suele elegir para sus amoríos, dos conocidos delincuentes, el primero de ellos, con numerosos hechos delictivos, en prisión por torturar a una anciana a la que le quemó el pelo, le dio una paliza y le rompió las piernas solo para robarle 500 euros, este hombre, ejemplo para los defensores de la causa palestina como la señorita Chehaima, se fugó de la prisión y solo ha regresado a ella después de que el segundo "amigo" de amoríos de la Miss le apuñalara en una reyerta...¿será esto, también, culpa de Israel como afirmó recientemente, otro para el saco de los tontos, un jeque musulman en un programa de la tv Aljazeera? y es que entre el periodista y el locuaz entrevistado se despacharon a gusto, puestos a echarle la culpa a Israel de todo, de los males del mundo islámico, todos los males, incluidos los accidentes de circulación en las vías de las ciudades y pueblos de los países musulmanes y de la pérdida de memoria de algún honorable octogenario musulman, de todo eso tiene la culpa el hecho de que Israel exista. Hace falta ser cretino para sostener una idea semejante, pero hace falta ser todavía más cretino para creérselo y aun más para ponerse a defenderla como causa de la causa palestina.

El odio es a la estupidez lo que esta al odio, y este no es otra cosa que una fobia superlativa, magnificada que como fobia que es, se trata de un trastorno en la personalidad de quien lo padece y lo hace padecer a los demás. Israel enfrenta de esta manera dos guerras contra el mundo, una en la que tiene que combatir contra quienes, expresando su negación del Holocausto, manifiestan a la vez el paradójico deseo de aniquilación y exterminio del pueblo judío culpándolo de cualquiera que sea el mal del planeta.
La otra guerra es contra la estupidez, contra la que tiene que combatir con la fuerza del conocimiento, la razón y la verdad históricas, pero también religiosa, espiritual y moral.
Para ninguna de ambas guerras pueden Israel y el pueblo judío permitirse dejar de velar sus armas, la historia es la que demuestra que el pueblo judío siempre ha sido el objetivo de los cretinos pero ambos, la estupidez y el odio han sido derrotados por el peso inequívoco y contundente de ese conocimiento, de esa razón y de esa verdad innegable que siempre acaba brillando por entre las cenizas de la estulticia.
            
Decía Newton; Si yo tuve la suerte de alcanzar algo, esto se debe solo a que me apoyé en hombros de gigantes.
                               
Quiera D-s que Israel vea al fin cumplidas las esperanzas de Yirmiha cuando escribió:
Mas Hashem está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.

Ese brillo que ha cegado los ojos de quienes nos han odiado, irracionalmente, hasta la muerte a través de los siglos, habrá podido causar grandes tragedias para Israel, sin duda, sin embargo y mientras las naciones reconocían avergonzadas sus graves errores resultado de su inefable y nefasta estupidez, mientras elevaban túmulos recordatorios a esa verguenza, el pueblo judío retomaba su destino.

fuente: http://www.kolisraelorg.net/noticias/noticias/RATOM/losefectossecundariosdel%20odio.htm